17.4.05

El silencio de tu nombre

Berenice era su nombre, Gabriela Berenice. Odiaba con fervor su segundo nombre; la llamaba así solo para hacerla rabiar, por el hecho de verla después abrazarme y decirme que nada iba a cambiar.

La conocí cuando tenía 6 años, tenía una cara celestial, como si un pequeño ángel se escondiera tras su sonrisa, y esos ojos de marfil escondían a la niña que por crecer tenia prisa.

Éramos inocentes todavía, en alma y deseo, jugábamos por tan solo jugar y al tomar su mano buscaba que no fuera a tropezar.

Los niños a mi alrededor veían caer las tardes correteando un balón, ellas en cambio disfrutaban con muñecas que cobraban vida en sus delicadas manos.

De eso hace ya más de diez años.

Su madre…. Ella jamás me quiso, me lleno de etiquetas el cuerpo y algunas de ellas dé ningún modo las he podido despegar; subversivo, irresponsable, incauto, ufano, imprudente, en fin la lista día con día incremento. La realidad es que ella veía en mi el reflejo de aquel hombre que años atrás la abandonaba para poder estar con aquella musa que en sus noches no le dejaba descansar, dejándola desamparada en una triste soledad y sin el apoyo para poder criar el fruto de lo que alguna vez llamaron felicidad….

Transcurrieron los años, mi amistad con Gabriela fue evolucionando; sosteniendo su mano pretendía demostrarle mi afecto, ella resistiendo a sus deseos ocultaba su afecto detrás del mismo juego; su madre había hecho mucho esfuerzo para infundir dentro de ella el más grande miedo, de terminar como su madre.

Mi mente loca se alejo de ella, mi corazón ofuscado gritaba su nombre sin cesar, mi cuerpo vagabundo se alojo en callejones obscuros y sin salida, buscando encontrar lo que solo Gabriela le podría dar,

Partí sin rumbo, mi corazón reclamo en silencio por haberlo alejado de lo que no ha podido encontrar en nadie mas.

Su recuerdo ahora son solo cenizas, jamás la he vuelto a ver, olvide su risa y el brillo de sus ojos de marfil Gabriela era su nombre, lo vuelvo a repetir para no olvidarlo, su nombre juega en mis labios lo repito a diario con el afán de tener en mi mente algo con que identificarla cuando el efímero encuentro algún día se presente.



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